ESTUDIO DE LA BIBLIA.
TEMA 0. LA HERMOSURA DE ESTUDIAR LA SAGRADA ESCRITURA
¿Por qué la mayoría de los cristianos no estudia la Palabra de Dios? Tal vez escuchemos muchas explicaciones, pero tres de ellas parecen ser las más comunes. La primera es que la gente no sabe cómo hacerlo. La segunda razón por la que las personas no estudian la Biblia es que no se sienten motivadas. La tercera razón por la que las personas no estudian su Biblia es que son perezosas.
El estudio bíblico es un trabajo difícil, y no hay atajos para llegar a él. Es como todo en la vida que de veras es valioso. Requiere tiempo, esfuerzo, concentración y persistencia. Las más grandes verdades de la Palabra de Dios no yacen en la superficie. Hay que cavar para encontrarlas. Así como el oro solo se puede encontrar en el fondo de una mina o una perla en el fondo del mar, las verdades más profundas de Dios hay que buscarlas con gran diligencia.
Estudiar la Sagrada Escritura es estudiar lo más hermoso que existe. Hoy se oye con frecuencia: ―Dios ya no habla en nuestro mundo; está callado‖. ¡No es cierto! Dios siempre ha hablado y sigue hablando a los hombres. Y lo hace a través de su Palabra contenida en la Biblia.
¿Queremos escuchar a Dios? Abramos la Sagrada Escritura. Ahí está todo lo que debemos hacer para llegar al cielo. Ahí está el camino para la verdadera felicidad. Ahí está la solución para todos nuestros problemas. Sólo tenemos que abrir, leer, meditar, interiorizarlo, vivirlo y transmitirlo.
La Biblia no es letra muerta o muda. Ella nos interroga, nos interpela, nos anima, nos acusa, nos enseña, nos amonesta. A quien medita la Biblia le pasará lo que a aquellos dos discípulos de Emaús, cuyos corazones ardían al hablarles Jesús por el camino de la vida (cfr. Lc 24, 13-15).
Abrir la Biblia es comprometerse con Dios, que nos habla. No se puede acercarse a la Biblia como curioso, sino como creatura ante el Creador, como hijo ante su Padre, como siervo ante el Señor: ―Habla, Señor, que tu siervo escucha‖. La Biblia es un libro, no sólo para estudiar, sino para meditar, vivir y transmitir. ―Bienaventurados los que oyen la Palabra de Dios y la practican‖ (cf. Lc 11, 28).
En este curso vamos a estudiar la Biblia, aprenderemos muchas cosas nuevas acerca de ella, veremos sus autores, algunos acontecimientos históricos, las formas literarias en que fue escrita la Biblia, etc. Pero sólo seremos felices si, además de leer y entender la Palabra la practicamos, la hacemos vida. Este es el objetivo de este curso de Biblia que hoy iniciamos: hacer vida la Palabra de Dios, encontrar en ella un mensaje personal y transmitirlo a los demás.
¡Qué hermoso es saber que Dios ha hablado a la humanidad, al hombre, a cada hombre! Primero se escogió un Pueblo, el pueblo de Israel; pero en él estábamos representados todos los pueblos. ¿Por qué se escogió ese pueblo? La respuesta sólo Dios la sabe. Después fundó un nuevo pueblo, su Iglesia, abierto a todas las fronteras de raza, lengua y color. En la Biblia Dios nos habla a todos, sin excepción. Sólo pide oídos abiertos para escucharle, docilidad de corazón para aceptar su Palabra y voluntad decidida para ponerla en práctica, cueste lo que cueste.